La cosa es que después de quichicientas idas y venidas, novelita de allá y novelita de acá, con Ana habíamos llegado a ese punto al que se quiere llegar o al menos al que yo pretendía llegar, el punto de pelotudez extrema: ¿Qué se hace en este punto? Nada. Se coge, se come y se duerme, y una vez que se completa se vuelve a comenzar con posibilidades de modificar el orden del procedimiento.
A nosotras este punto nos llegó diferido, es decir, cuando nos conocimos deberíamos haber llegado a ese punto y después protagonizar todos los dramones que protagonizamos, pero anda a saber porque carajo vivimos primero los dramones y después el punto de extrema pelotudez.
Pero será que a mi me desgastó mucho el periodo de dramón (o también pude haber vivido el de extrema pelotudez sin ella para coger, comer y dormir y eso también trastocó el mecanismo) que el punto me estaba rompiendo un poco las pelotas. Cuando yo estaba meditando acerca de este imprevisto, Ana se despertó. ¿Por qué justo tiene que levantarse en el medio de ese pensamiento y no del pensamiento anterior que era “tengo que ir a comprar la comida de Benicio”?
Ana esta muy buena cuando se levanta, pero yo no podía dejar de pensar en que había dos cepillos de dientes en mi baño. Para mi era un trastorno mental. Además el cepillo estaba atravesado y no metido en el agujero para cepillos de dientes, me cuesta agarrar mi cepillo sin tirar el de ella. Y además ¿Por qué atravesado? No podía creer lo que me estaba pasando, si al final es un cepillo, es una cuestión operativa, si se queda a dormir a casa (como se esta quedando últimamente) es un embole traer el cepillo todos los días. Es tan simple como eso, Luciana no te hagas mas historia.
-“¿Nos duchamos?” Me dijo así con voz de dormida.
Yo asentí muy enamoradamente mientras Benicio me miraba por el temita de la comida. A esperar afuera querido gato que por algo sos gato y no sos torta. Abrí la canilla de agua caliente completa y la fría un cuarto mientras Ana se lavaba los dientes con su cepillo suplemente. Le di un abrazo pero no pude evitar que se me deformara la cara cuando vi que una vez mas atravesaba el cepillo y no lo ponía en el agujerito. Nos metimos en la ducha, mimo va mimo viene hasta que sentí que me pasaba la manos entre brazo y costilla, pasa de largo mi espalda y abre la canilla de agua fría un cuarto mas. En mi ducha un cuarto mas de la canilla de agua fría es agua tibia tirando a fría y si hay algo que no soporto de las infinitas cosas que no soporto es bañarme con agua tibia tirando a fría. Entonces de la misma forma saqué mi brazo de su espalda y reubique la canilla en el un cuarto correspondiente.
Ya nos habíamos bañado juntas antes y nunca había habido ningún tipo de problema con la temperatura del agua ¿Por qué ahora surge tal inconveniente? No nos bañamos un carajo, Ana se fue a trabajar y el punto de pelotudez extrema había tenido su primer quiebre.