Mi vida Torteril-12- ¿Qué tres?

-¿Que tres? Dijo Ana.

Las cosas no estaban bien. Ana entró y yo miré hacia el interior de mi departamento completamente desconcertada. No había nadie. Bueno si el gato, Ana y yo. Benicio se acercó a Ana y Ana lo acarició.

-Dijiste desayunamos las tres, ¿Qué tres?

-Nada. Ahí vengo.

Huí despavoridamente hacia mi pieza y ella no estaba ¿Quién no estaba? ¿la maga? ¿estaba buscando a una maga en mi cama? Baño, pasillo, placard, no había mas lugares en donde buscar. Comencé a evaluar la posibilidad de que todo lo que yo creía que había pasado en realidad no había pasado, lo que me convertía o bien en una en una delirante extrema o bien en una persona que debería empezar a conocer sus límites a la hora de elegir suministrarse sustancias que pueden afectar seriamente su conflictiva mente.

Lo que estaba muy claro era que Ana estaba en el comedor esperándome para desayunar. Me lavé la cara, respiré y volví al comedor. Ella seguía pelotuedeando con Benicio en su mundo.

-¿Estas bien? Si no vine en un buen momento me voy.

-No para nada ¿querés café?

Ana asintió y siguió jugando con Benicio. “Jugá Benicio, Jugá, mientras yo trato de deducir que carajo había pasado en las últimas horas. Era la primera vez que estaba delante de Ana y no pensaba en Ana, me importaba un huevo, no no me importaba un huevo, digo, en ese momento tenía un poco mas de relevancia mi desequilibrio mental. ¿tan mal estoy? ¿No había ron, no había guantes mágicos y no había maga?

Me puse a hacer el café intentando reconstruir: si hay algo que puedo distinguir magistralmente es un orgasmo y aseguro que hace pocas horas tuve al menos dos. ¿Pensando en una maga? O ¿pensando en Ana? Esto si que se estaba poniendo turbio. Ana entró a la cocina mientras yo estaba delirando y revolviendo el café.

-¿No tendrías que estar trabajando? Le dije para que no se notara tanto que estaba en otro planeta.

-Si pero hoy no fui, no me sentía bien.

Le serví el café en mi taza preferida y ella la agarró así con las dos manos. Suena un mensaje en mi celular. Y el sonido me llevo a mirar hacia arriba de la heladera. Cuando lo vi, todas mis conjeturas comenzaron a encastrarse como un rompecabezas de trescientas mil fichitas. No solo no había guantes blancos ni ron sino que tampoco había habido celular sin batería y profundizando este estado de extrema confusión el mensaje era de Isa diciéndome que esa tarde podía pasar a buscar su notebook. Todo mal. Mientras estaba tiesa mirando la pantallita de mi celular me di cuenta de que mi actitud era demasiado esquizofrénica para estar delante de Ana, aunque ella, de todas formas, parecía no percatarse ni un poco de mi extrañeza general. Solo agarraba la taza y tomaba. Decidí que era el momento de dejar mi demente egocentrismo:

-Contame…¿pasó algo?

La verdad hasta ese momento no me había detenido en Ana, ni siquiera la había mirado, pero cuando lo hice realmente me di cuenta de que no estaba bien. Tenía los ojitos así todos brillosos y estaba como si no hubiera dormido nada (Probablemente mi aspecto era similar pero por otros motivos). Y Ana empezó a hablar. En realidad no empezó a hablar, solo dijo tres palabras:

- Tengo un atraso.

Mi vida se estaba volviendo una seguidilla de momentos novelescos que me estaban perturbando demasiado. ¿Estas embarazada? ¿entonces si somos tres?¿que tres? .¿Viniste a mi casa a hacerte un test como si yo fuera tu …amiga? Ni siquiera puedo decir “¿Sabes quien es el padre?” Porque realmente me chupa un huevo quien es el padre. ¿Sabés la sarta de cosas que tengo para decirte?

Pero Ana estaba en mi cocina tomando de mi taza preferida y ya tenía demasiadas cosas adentro como para que yo le agregara mis puetedas, así que las degluté.

Después de eso me pidió un abrazo y yo se lo di.