Decidí tiranamente que lo que nos hacía falta era un poco de lesbianismo en el ambiente. Hacía años luz que no salía porque todo el enredo con Ana me había obligado a pasar noches enteras en mi casa y en mi cama. Quise creer que esto era como andar en bicicleta pero no. La verdad es que no tenía ni idea a donde ir por lo que todo concluía en un simple llamado a Isa. Luego de efectuar tal cometido, agarré la moto y pase a buscar a Ana confiando en la enorme sabiduría de mi amiga en estos temas.
En un primer momento Ana reaccionó como si la estuviera invitando a la guerra de Irak, yo tuve que aplicar la diplomacia que en estos casos me caracteriza para convencerla de que iba a ser igual que cualquier boliche al que ella hubiese ido antes con la diferencia sustancial de que las minas además de mirarse se tocan. Pero la idea no era tocar a todas las chicas sino tocarnos entre nosotras, y ya que estábamos podíamos escuchar algo de música y divertirnos un rato. Mas claro, imposible.
Mientras íbamos por Córdoba en la moto me remonté a mi primera vez de boliche de ambiente, que experiencia. Tenía veinte años y estaba re caliente, pero era tan tímida que parecía una pelotuda. Hacía poco había conocido a Macu y a un grupete que ella frecuentaba. Intenté no hacer notar que esa era mi primera vez pero yo creo fehacientemente que se notaba a la legua. A los cinco minutos de entrar me fui a la barra porque quería apoyarme en algún lado que hiciera que mi cuerpo no estuviese tan tieso. No era que la estaba pasando mal, simplemente esa barra me daba seguridad y entonces me quedé ahí. El grupete ya había hecho relaciones internas y externas por lo que mi posición se estaba volviendo un poco complicada principalmente porque era mi primera vez y no sabía que carajo hacer. Y ahí fue cuando una voz casi maternal me dijo:
-“¿Me dejas pedir una cerveza?” Claro, estaba literalmente en el medio, interrumpiendo la relación que se produce entre una persona que quiere tomar algo y la correspondiente persona que se lo da. En el medio yo, apoyada en la barra.
Me atormentó profundamente estar en el medio y quedar tan literalmente mal parada, por lo que silencié mi timidez y respondí fenomenalmente: “Pido mi trago y te dejo”. Esa respuesta me salvó la vida. No me consagré como una torta en la barra que estorba sino que me afiancé como una torta en la barra que interesa.
Clara me alucinó de una manera inexplicable, era terriblemente atractiva en todos los sentidos en los cuales una persona puede ser atractiva, probablemente me doblara en edad y en experiencia, pero eso fue anecdótico, lo prominente de Clara fue saber que si en algún momento se me ocurría la desajustada idea de regresar a los campos heterosexuales, la fórmula atinada para retractarme sería acordarme de ella y de esa noche.
Estacioné la moto y la soldado Ana se bajó. Entramos al boliche y efectivamente nos dirigimos directamente a la barra. Nos tocamos y nos cagamos de risa. Pero yo no podía evitar preguntarme una y otra vez ¿podría ser yo
4 comentarios:
jajaja, estuviste tan bien !
qué bueno tener novia -oloquesea- con transporte (yo me niego a manejar, me estresa esta ciudad).
besoss
me encanto este post... yo opino que ya sos la Clara de Ana... realmente lo sos.
que buen relato nena...fue como si estuviera viendo todo desde la barra con mi trago y todo en la mano...genial!
Buenisimo porst!!! me hizo acordar a mi primera vez en un boliche gay, mi clara se hacia rogar y me fui a buscar otra!1 jajaja
Besos!
Yiya
Clap clap clap...
Lindo post, pero decime una cosa nena, hablaste del temita cepillo?
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